El secreto del éxito
¿Hasta dónde puede uno llegar? ¿Qué somos capaces de conseguir? ¿Hay una receta para el éxito? ¡Pues sí, parece que sí! Hay estudios que defienden que para lograr la excelencia en cualquier ámbito se necesitan 10.000 horas de dedicación. No sé quién ha contado esas horas, pero desde luego estoy de acuerdo en que tienen que ser muchas, y sin duda ese sería el primer y fundamental ingrediente de nuestra ansiada receta: la capacidad de trabajo, la fuerza de voluntad, la búsqueda de un ideal de perfección. Pero no es el único: importantísimo es hacer un trabajo mental paralelo. Muchas veces nuestros miedos se convierten en barreras y nos impiden que desarrollemos todo nuestro potencial. El poder de la mente es mucho mayor de lo que podamos imaginarnos, y cada vez soy más consciente de la importancia que tiene "visualizarse". Al visualizarnos consiguiendo lo que queremos, proyectamos esa imagen y la atraemos, pudiendo así reproducirla después y alcanzar nuestro ideal, que deja de serlo para convertirse en real. Pero además en el arte hay un tercer ingrediente imprescindible: el talento, la intuición, el duende -como lo llamaba Lorca-, ese algo indescriptible. Un artista no es digno de ese nombre si no tiene ese algo. Pero el talento es una responsabilidad, no un premio. Sin trabajo no es nada, se estanca y se acaba oxidando. Son sólo tres ingredientes, de verdad! Incluso podemos simplificar la receta y hacer que parezca aún más fácil: Si somos capaces de poner toda nuestra energía en algo, de visualizarnos consiguiendo algo grande, es muy probable que lo logremos. Esa fue mi experiencia al preparar el Concurso Internacional de Violín Pablo Sarasate, ¡y dio resultado! Aunque sea como sea, por encima de todo, lo verdaderamente importante es conseguir que nuestro trabajo nos apasione, que nos entusiasme el camino que elijamos; para que todo el esfuerzo que invirtamos merezca la pena no solo por el éxito que podamos conseguir, sino por el disfrute que recibamos en el camino. Y ¡ése es el mayor de los triunfos!
Por Ana María Valderrama, Revista Iberia, Diciembre 2011