"Es el momento de contratar a los jóvenes, aquí hay muchísimo talento"- El Correo
Ana María Valderrama, violinista
La intérprete madrileña, única española que ha ganado el Sarasate, se presenta hoy en Bilbao con la BOS
SU TRAYECTORIA
- Nació en Madrid en 1985. En 2003 entró en la Escuela Reina Sofía y en 2009 se graduó en la Superior de Cataluña. Ha completado su formación en Berlín.
- Premios: Ganadora del Sarasate y otros premios en concursos internacionales en Rusia y Portugal. Recibió en dos ocasiones el premio a la Alumna más Sobresaliente de Violín, de manos de la Reina, y fue solista en un concierto especial dirigida por Zubin Mehta.
BILBAO. Tiene la frescura que cabe esperar de una artista de solo 28 años, combinada con una más que notable sensatez. Ana María Valderrama, madrileña, única española que ha ganado el Concurso Sarasa, la más joven profesora de violín que ha habido nunca en el Conservatorio de su ciudad natal, se presenta hoy y mañana al público vizcaíno con el Concierto No 5 de Mozart, acompañada por la Sinfónica de Bilbao (BOS), dirigida por Michel Tabachnick. El programa se completa con la Sinfonía No 5 de Mahler.
Después de una estupenda generación de pianistas ya en la treintena, viene otra de violinistas, algo poco frecuente en España. ¿Qué está pasando?
Creo que lo que ha sucedido es que hubo una generación anterior que salió al extranjero a formarse, lo hizo muy bien y al volver se han convertido en estupendos maestros. Yo he estudiado en Madrid hasta los 24 años, y luego acabo de pasar cuatro en Berlín, de donde he regresado hace unos meses.
Así que ustedes son la segunda generación pero la primera se ha volcado en la enseñanza y no en los auditorios. ¿Por qué?
Ha sucedido, pero también podrían haber hecho carrera como solistas, porque son muy buenos. Creo que la clave de todo está en la Escuela Reina Sofía de Madrid, un pilar importantísimo en la formación de muchos músicos. Ahí empezó a mejorar el nivel.
Usted y muchos otros han salido al extranjero, sobre todo a Alemania, a terminar su formación. ¿Sigue siendo necesario?
No sé si es imprescindible, pero desde luego es muy positivo. Cuanto más ves y aprendes y mejor conoces otras culturas, más posibilidades tienes de un enriquecimiento intelectual. Formarse no solo es adquirir una buena técnica, aunque eso es imprescindible; también debe permitirte poder plasmar lo que llevas dentro. Por eso debes cultivarte. Cuanto más, mejor.
¿Y los contactos? ¿es más fácil establecerlos en Berlín o en Londres?
Eso es lo que menos me gusta de mi profesión: la necesidad de establecer contactos. Eso tiene muy poco de arte, pero hay que estar en el mundo. No podemos ignorarlo.
¿La aparición de grandes generaciones de artistas tiene relación directa con la construcción de auditorios y la creación de orquestas que se dieron sobre todo en los ochenta?
Siempre es positivo invertir en cultura pero creo que aquí hemos pecado de exceso a la hora de levantar auditorios y poner en marcha conservatorios, en ciertos casos en pequeñas ciudades donde es probable que no fueran necesarios. En cambio, se ha descuidado la educación musical en los colegios, que es la base de todo. Lo he visto en Alemania. Es muy importante, y no hablo de hacer que todos los niños piensen en dedicarse a la música. No. Solo en que se formen, en que desarrollen su mente con la música.
Acaba de regresar de Alemania. ¿Cómo ha encontrado el sector cultural, en plena crisis?
Es muy triste ver cómo lo primero que se se recorta es en cultura. Yo he tenido la oportunidad de volver por la plaza en el conservatorio y quiero poner mi granito de arena...
¿Cree que los jóvenes pueden ser, de alguna forma, beneficiarios de esta situación por sus menores cachés?
Por un lado, sí. Aunque hay quien prefiere gastar un dineral para traer a, por ejemplo, Anne-Sophie Mutter, en vez de contratar por el mismo importa a diez artistas jóvenes. Y en este momento en España tenemos muchísimo talento. El problema es que no estamos acostumbrados a ayudarnos a nosotros mismos.
Hablemos de Mozart, cuyo concierto No 5 toca por primera vez. ¿Es mejor presentarse ante un público con una obra así o con piezas de mayor exigencia virtuosística, de más espectáculo?
Cada obra es distinta, Mozart es todo sensibilidad y belleza. Tocar el concierto de Chaikovski, como ha hecho recientemente, es muy reconfortante porque es una obra gigantesca. Pero este de Mozart es un concierto hermosísimo.
Se dice que Mozart es demasiado fácil para un artista joven y demasiado difícil para un veterano. ¿Le parece demasiado fácil?
Cuando pasa el tiempo vas viendo que es lo más difícil de todo. Tiene la extrema complicación de los simple.
Muchos violinistas asumen también la dirección de la orquesta en esta partitura. ¿No le tienta?
Sí, me tienta. Y me lo he planteado alguna vez. Este no era el caso porque me contrataron para un programa que ya tiene director. Pero sí que lo he pensado.
¿Qué le parece la cada vez más frecuente combinación de géneros sobre el escenario: clásica fusionada con jazz, bandas sonoras e incluso pop?
Me parece genial. Lo hacemos demasiado poco y creo que el futuro de la música es eso. Llevamos tres siglos con el mismo formato de concierto y es el momento de empezar a introducir cambios. Ya hay funciones en las que se mezcla todo eso y además otros géneros como el flamenco, incluso el teatro. Quizá los pianistas lo tienen más fácil, pero los violinistas también lo podemos hacer. La condición es que sea una propuesta de calidad.
12 de diciembre de 2012