Por y para Sarasate

Sociedad Filarmónica de Valencia

Palau de Valencia

Obras de Schumann, Saint-Saens, Sarasate, Dubois y Chopin. Interp.: Ana María Valderrama, violín y Luis del Valle, piano.

Bastó el inicio, De expresión animada, de la Sonata op 105 de Schumann para que los socios de la SFV percibieran que escucharían a una solista de excepción. Posee un sonido cálido y envolvente, tintándolo de matices mediante un arco de infalible seguridad .Y si en el Allegretto cantó con excelente lirismo, en el Animado final se impuso con carácter y decisión. Es una obra compleja y exigente que demanda un pianista de talla como lo demostró Luis del Valle, siempre pendiente y al acecho de su compañera pero sin dejar en evidenciarse como coprotagonista de la noche.

No hay violinista en el mundo que se permita eludir pentagramas del navarro Pablo de Sarasate. Por ello, la solista incluyó la Romanza andaluza op22, la Fantasía sobre temas del Don Juan de Mozart y los Aires bohemios op.20, verdadero desafío para el violín, únicamente abordable cuando el aplomo se combina con la audacia sin perder de vista el estrato musical. Valderrama hizo todo lo que quiso y como quiso por el entusiasmo y el alarde de generosidad interpretativa. Y Luis del Valle, como colaborador necesario, no escatimó pulso ni impulso.

Saint-Saëns escribió su Introducción y rondó caprichoso para el propio Sarasate y de ahí que la trufara con todo tipo de dificultades técnicas. Valderrama hizo un despliegue apabullante de técnica sin que la misma eclipsara el esplendor de la obra. Porque lo que asombra de esta joven violinista no es cómo toca –que es mucho y bueno- sino en cómo va a tocar.

Su arco se convirtió, por momentos, en varita mágica, como en el Nocturno en Mi bemol Op. 9 de Chopin. Por la cuidada afinación, exquisito fraseo y voluntad de seducción, fue el momento de oro de la noche. Antes, se esmeró en una pieza menor del francés Pierre-Max Dubois, cuya Romanza sin palabras resulta de estética desplazada para un compositor de pleno siglo XX.

Como final, con ovación del público en pie, interpretaron un lied de Schubert para confirmar que Ana María Valderrama es una excelente violinista rebosante de musicalidad, pero ante todo, una artista.

 

José Doménech Part, Diario de Levante

Valencia, 02/02/16

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