Concierto inaugural del Auditorio Sony de la ESMRS


Auditorio Sony. Ana María Valderrama, solista de violín. Orquesta de Cámara Sony. Director: Zubin Mehta. W.A. Mozart, Obertura de ‘Las Bodas de Figaro’ KV 492, Concierto para violín Nº3 KV 216, Sinfonía Nº 36 KV 425 ‘Linz’. Concierto inaugural del Auditorio Sony de la Escuela Superior de Música Reina Sofía

Asistir a la inauguración de una nueva sala de conciertos en Madrid, en el edificio que lleva su nombre, debe haber sido uno de los regalos más regios que la Reina de España, Doña Sofía, podría haberse imaginado para su 70º cumpleaños. Pero así fue. Y siendo así, vino acompañada de su familia y de amigos, para saborearlo en todo su esplendor.

Y esplendor bien sonante lo hubo, y en cantidad. La orquesta de la escuela, en una formación de cuerdas de 10/8/8/6/3, y con los instrumentos de viento de rigor, más timbales, sonó gloriosamente bien en la acústica muy cuidada de la sala. El nuevo auditorio, casi enteramente forrado en madera, tiene en efecto una reverberación discreta que ennoblece el sonido conjunto, de forma natural y sin distorsiones. Refleja fielmente los contrastes dinámicos, porque se oye todo: ya se trate de un pp angelical como de un ff imponente, aquello suena de gloria. Y si además se trata de música de Mozart, la transparencia sonora nos ofrece verdaderos milagros de belleza. El cuarteto de oboes y trompas, o un solo de fagot, acompañados por las cuerdas, suenan con un esplendor que emociona y eleva los sentidos.

El programa se inició con la célebre Obertura de la ópera Las Bodas de Fígaro. Ya en los compases iniciales, con los unísonos de los violines, se pudo apreciar la calidad de la orquesta formada por alumnos de la escuela. Limpieza, fraseo, sonoridad: ejemplares. Aquello sonó como un conjunto de profesionales de altos quilates, en lo que sin duda se convertirán cuando terminen sus estudios. El único factor negativo: que haya tan pocos españoles en las cuerdas altas (violines/violas). Pero eso, con la pedagogía que se emplea en España para los principiantes, no tiene remedio. Esta breve pero exuberante pieza sonó, pues, muy, muy bien, bajo la atenta guía del maestro Zubin Mehta, quien dirigió todo el programa de memoria.

Siguió el Tercer concierto para violín en sol mayor, con la actuación de Ana María Valderrama como solista. Para acompañarla se redujeron, con muy buen tino, las cuerdas. La coordinación de la orquesta con la solista fue modélica, gracias a la atenta batuta del maestro Mehta. Así desfilaron los tres movimientos, con la solista dominando su parte -no exenta de dificultades- con un sonido muy atractivo y un arco flexible muy bien adaptado a las exigencias de ligereza y liviandad de esta música mozartiana. Las cadenzas que nos tocó fueron cabal demostración de la excelente técnica de que dispone: oí estas cadenzas por primera vez, y desconozco quien las compuso, pero deben de haber sido ideadas por un violinista de altos vuelos, porque hubo despliegue de dobles cuerdas y otros efectos de virtuosismo que la Srta. Valderrama supo superar con la mayor naturalidad. Y en el aspecto puramente musical hubo durante la ejecución varios momentos de auténtica magia, siendo el que más me impresionó el pase al segundo tema en el Rondó final. ¡Precioso, fuera de serie!

El programa terminó con una preciosa versión de la Sinfonía nº 36 ‘Linz’, muy conocida por cierto. Mehta hizo repetir las exposiciones en los movimientos primero y cuarto, lo que se agradece: se trata de música tan perfecta que la segunda vez los pasajes impresionan aún más. También en esta obra el oboe y el fagot tienen pasajes donde se destacan, y tanto Tamas Balla como Marina García se lucieron con su arte y sonido. Con razón, Mehta les hizo saludar individualmente, cuando sonaron los aplausos al final de la obra.

Y para terminar, un fin de fiesta muy apropiado: Un Happy Birthday instrumental para la Reina, con ocho variaciones sobre esta sencilla melodía, muy bien hechas. El maestro Mehta, en correcto castellano, dedicó esta música a S.M. la Reina, y anunció luego el estilo de cada variación: 1) Tema Original, 2) a la Bach, 3) a la Mozart, 4) a la Beethoven, 5) Richard Wagner, 6) Vals Vienés, 7) New Orleans, y 8) Czardas Húngaro/Gitano. Me llamó la atención la cuarta variación, que tenía como fondo un scherzo de un cuarteto de cuerdas de Beethoven, con un ritmo delirante. Y la exuberancia del último número, con el ritmo contagioso del folclore húngaro remató las cosas de forma explosiva. Presentado todo, con buen humor, por Mehta, dejando excelente sabor.

Después se sirvió una copa de cava a los asistentes, en el hall de la Sala. Los comentarios sobre el evento social se las voy a dejar a los reporteros presentes: mi función era centrarme sobre el aspecto musical.

Hay que felicitar a la Fundación Albéniz por haber hecho realidad este milagro. Una escuela modelo, una sala de conciertos perfecta, una organización intachable. Celebrar así el 70º cumpleaños de S.M. la Reina pone el broche de oro a un ímprobo trabajo por el cual Da. Paloma O’Shea y su equipo pueden estar orgullosos. ¡Parabienes a todos!

Madrid, 2 de noviembre de 2008

Juan Krakenberger

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